Joaquín Sorolla y Bastida
Sorolla es uno de los pintores españoles más sobresalientes y gran artista del luminismo que supo transmitir a través de su pintura como ningún otro escenas de la playa de la Malvarrosa de Valencia y su mar Mediterráneo.
Nacimiento de Joaquín Sorolla
Valencia 1863-Cercedilla (Madrid) 1923
Partida de Bautismo:
“En la parroquial iglesia de Santa Catalina Mártir, a veinte y ocho de febrero de 1863: Yo Rafael Vicente Soler, Vicario de la misma, bauticé solemnemente a Joaquín, que nació ayer a las cinco de la mañana, hijo legítimo de Joaquín Sorolla, del comercio natural de Cantavieja y de María Concepción Bastida”.
Pintor de exterior
Pradilla, director de la Academia Española en Roma (1885) fue el que le dijo a un Sorolla joven que, “para contrarrestar la excesiva facilidad de su ejecución, pintara con la mano izquierda”.
Pintando la Malvarrosa
Una las labores principales de este pintor, fue la de intérprete de escenas de playa de Valencia, primero la de El Cabañal y después en la de La Malvarrosa.
Probablemente son sus mejores obras, las que pinta en la playa de la Malvarrosa: niños bañándose, bueyes sacando las barcas del mar, mujeres paseando… Todas ellas reflejan el esplendor de la naturaleza de la región valenciana y más concretamente «su mar». Es, fundamentalmente, un artista de exterior.
Aunque en 1890 fija su residencia en Madrid, durante tres lustros, los veranos los pasaba en Valencia. Siempre volvía a la playa de la Malvarrosa, con la que nunca dejó de soñar y a diferencia del resto de sus cuadros, prefirió colgar en las paredes de su estudio madrileño las marinas de esta playa.
Sorolla visto por los expertos
Son muchos los estudiosos y expertos que han estudiado a fondo la obra de este gran artista y que nos aportan información fundamental para comprender su trabajo.
Bernardino de Pantorba- Sorolla, Estudio biográfico y crítico.
«Su fuerte está en las pinturas pintadas bajo el sol del estío, frente al mar rutilante, acariciadas por el aire salobre. El aire, el mar, y el sol mandan con imperio firme en sus obras. Cómo supo llegar, paso a paso, en un estudio profundo, a captar todas sus finezas; cómo desarrolló plenamente su aguda visión del color, su movida gracia del dibujo, su destreza y rapidez de ejecución no superadas, podemos verlo comparando “la vuelta de la pesca” y los otros cuadros suyos del verano de 1894, con los pintados en el de 1916, último año que trabajó el maestro en la playa valenciana y colocando entre éstos y aquellos, por orden cronológico, para seguir el curso de su evolución técnica, los lienzos más significativos del tiempo que media entre ambos años.
De los cuadros ejecutados antes de 1906, cinco: “Cosiendo la vela”, “Comiendo en la barca”, “Triste herencia”, “Verano” y “Sol de tarde”, que deben ser considerados separadamente, no solo por su importancia y fama, sino porque marcan jalones en la evolución de la pintura sorollesca”.
“La vuelta de la pesca”, 2 metros de ancho por 3 de largo. Adquirido por el estado francés por 6.000 francos. Ese mismo verano pinta también, ¡Aún dicen que el pescado es caro!
Ellos le valen los tres apelativos que nadie le discute: pintor de Valencia, pintor del sol, pintor del mar».
Según Gil Fillol:
«Tan extraordinaria y decisiva ha sido la influencia de Sorolla, que nos atrevemos a decir que todas las figuras eminentes de la pintura nacional se han creado al amparo de su arte. Como consecuencia, unos: Anglada, por ejemplo; como reacción, otros: Zuloaga, tal vez».
Amalio Gimeno, en su discurso académico de contestación al de Sorolla (Madrid, 1924).
“Tenía Sorolla la vista fácilmente impresionable a cuanto se mueve en el mundo, y como lo que más se mueve es la luz, cambiando a cada instante, fue la luz la musa inspiradora de sus mejores cuadros. Sólo la poderosa imantación de su sensorio hacia ella le elevaba sobre el nivel común. Su cerebro era declaradamente fototrópico. El sol le atraía, y él captaba audazmente al sol, tomando a préstamo su luz brillante, que manejó a placer”.
Playa de la Malvarrosa
La playa de la Malvarrosa es una playa de Valencia. Su nombre, así como el barrio situado junto a ella, data de 1848.
En su origen, la Malvarrosa fue un barrio marinero, un terreno algo pantanoso en el que se levantaban cabañas de pescadores. En esta zona, se extendía una productiva huerta que despertó el interés del botánico y perfumista francés Félix Robillard, afincado en Valencia, que compró un terreno para plantar un campo de hierbas aromáticas, la malvarrosa, y así destilar perfumes con olor a este tipo de geranio.